lunes, 2 de enero de 2012

No estaban dormidos

He visto las imágenes en la televisión y me siento abochornado y humillado. Una carga brutal de unos policías muy profesionales contra personas pacíficas y sin ninguna defensa. Y esto ha ocurrido en Barcelona, muy europea y moderna. La disculpa era la falta de higiene, yo no me lo creo. Quizás la Champions sea muy importante, no lo dudo, pero creo sinceramente que estamos locos. Esos abnegados profesionales que llaman mossos de escuadra no llevaban sus placas identificativas, todo muy legal. He revivido, como una pesadilla aquellas cargas de los ‘grises’ en mis años mozos. Personas de toda condición y pacíficas, hartas de estar hartas, han tomado las plazas, son ya más de 58 mil en 57 ciudades de España. Una gran mayoría sentimos simpatía por estos jóvenes y no tan jóvenes que nos han rejuvenecido con su utopía. El término utopía se debe a Tomás Moro, quien tituló así una de las obras más importantes de este género. Literalmente significa “no lugar” y, por tanto, designa una localización inexistente o imposible de encontrar. Moro bautizó con este término una isla perdida en medio del océano cuyos habitantes habían logrado el Estado perfecto: un Estado caracterizado por la convivencia pacífica, el bienestar físico y moral de sus habitantes, y el disfrute común de los bienes. Pero no olvidemos que Las utopías hunden las raíces en la realidad más auténtica y concreta, aunque sea para criticarlas e intentar transformarla.  Estos ciudadanos indignados no pueden ser conservadores pues nada pueden conservar. Los bancos se han quedado con sus casas y tendrán que seguir pagando la deuda; han perdido un derecho fundamental que es el de trabajar, y ven como los políticos callan, miran a otro lado y siguen a lo suyo, seguros que será una tormenta pasajera de verano o un sarampión infantil. Universitarios hasta con dos carreras y algún que otro magíster o master han alzado la voz y piden una democracia participativa y directa. Quizá estén soñando con la Grecia clásica, pero seguro que se conformarían con un cambio en la injusta ley electoral. Vivimos en una democracia, sin duda, pero qué me dicen ustedes de la ‘dictadura’ de los llamados Sistemas Financieros, unos pocos que nos manejan al antojo de sus intereses económicos a todos los demás mortales. Campamentos organizados con respeto y que han bautizado de la esperanza y dignidad, han roto con ‘el silencio de los corderos’, pues han optado por marchar hacia el matadero protestando, y que sus palabras reflexivas, a modo de ‘Pepito grillo’, ronden en nuestras conciencias bienpensantes y adormecidas. Les preocupa su presente y el futuro de sus hijos, que posiblemente lo tengan más negro aún. Sus únicas armas son el diálogo y sus manos abiertas. Las redes sociales son el eje central de este movimiento, escuchémosles y no les pongamos apellidos estúpidos a nuestra conveniencia o a nuestro miedo. No nos engañemos, algo muy serio está pasando. Y estos indignados no son borregos. Aristóteles en su libro titulado “Política” nos dejó escrito: “El porqué sea el hombre un animal político, más aún que las abejas y todo otro animal gregario, es evidente. La naturaleza - según hemos dicho - no hace nada en vano; ahora bien, el hombre es entre los animales el único que tiene palabra". Clemente Barahona Cordero. Profesor y escritor.

2 comentarios:

  1. un indignado más3 de enero de 2012, 10:16

    Primero se quejaban de que eramos la generación dormida, después despertamos, les entró el miedo y pasamos a ser la generación perroflauta...

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  2. Somos muchos los indignados y cada vez más. Eso de perroflauta me parece producto del miedo de los más conservadores. Yo ya no soy joven pero estoy con vosotros. Un cordial saludo.

    Profesor Barahona

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