lunes, 2 de enero de 2012
Me importa un pepino
Me importa un pepino, un pimiento, un rábano o un comino. Todas estas expresiones coloquiales, frases ya hechas que significan indiferencia total que llega hasta la nada, y que seguro que las hemos dicho más de una vez y de cien, están en nuestra lengua perfectamente ensambladas, es decir, en nuestro pensamiento que, como diría don Miguel de Unamuno, es lo mismo. No obstante, ahora tendremos cuidado al menos con el pepino, sí el que introdujeron en España los romanos, y el mismo que llevamos nosotros a América, no muy bien tratado metafóricamente en castellano, pero vilipendiado, criminalizado y calumniado en alemán. Los pepinos importan, a algunos nos ‘repiten’, pero los seguimos comiendo, y se exportan o se exportaban bastante bien hasta que una tal frau Merkel, que últimamente se entromete en nuestras vidas como esa vecina cotilla, millonaria y un poco envidiosa porque quizás no logre entender que la pobreza no está reñida con la alegría y el vinillo con los amigos, echó la culpa al pepino de transmitir esa bacteria o cepa E-Coli asesina. Si esta señora y su gobierno actúan del mismo modo cada vez que nos exigen reformas y más reformas por razones económicas, vamos apañados. A un servidor se le ha caído el mito alemán, tan trabajadores, rigurosos, cuadriculados y serios. Y para colmo se nos llevan a los cerebritos españoles. Para tener amigos así, prefiero los enemigos que vienen y atacan de cara. Todo porque piensan que somos vagos, indolentes y derrochadores. Les costó pedir disculpas, y ayer Bruselas nos regatea, como si esto fuera un zoco, nos ofrece 150 millones de euros para resarcir a los agricultores españoles de sus cuantiosas pérdidas. Hoy la cantidad ha subido a 210 millones, mañana, Dios dirá. Vamos, el comisario de Agricultura Dacian Ciolos, que además amplía de tres a cinco las listas de hortalizas cubiertas por estas ayudas comunitarias. Los calabacines y pimientos se suman a los tomates, lechugas y el damnificado pepino. Como el rábano y el comino (planta herbácea y especia de sabor amargo y olor fuerte y dulzón) no están en la lista, podremos seguir diciendo a esta señora alemana que nos importa un rábano o un comino lo que ella diga. El comisario de Sanidad de la UE John Dalli ha pedido a Alemania que no lance nuevas alertas sobre el origen de esta mortal intoxicación, mientras no tengan pruebas científicas. Se me ocurren dos dichos populares muy certeros, el primero dice que al perro flaco, todo son pulgas, y el segundo que les den por donde amargan los pepinos. Como soy un españolito educado no se lo voy a decir a la señora Merkel, pero no por respeto a ella, sino por respeto al pepino. Clemente Barahona Cordero. Profesor y escritor
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