Reconozco que no es
santo de mi devoción este presidente, pero a pesar de todos los recortes,
algunos imperdonables, me parecía un tipo honrado este Rajoy. Un hombre serio,
un poco triste y gris, que no podía hacer otra cosa porque esos socialistas nos
habían arruinado. Quizás era un tonto consuelo, pero era lo único que
amortiguaba tanta sin razón y la pérdida de derechos no solo laborales sino
también constitucionales y humanos. Me explico: Teníamos una sanidad que era la
envidia del mundo y que pagábamos todos, bueno casi todos, pero sí todos los
que trabajamos por nuestras manos, como decía Jorge Manrique. Una educación
que, con sus problemas, se empeñaba en una mejor calidad y necesitaba más
financiación. Era el futuro de este maltrecho país. Empezábamos a despuntar en
investigación, eso que llaman I+D. La justicia era lenta, sin duda, pero era
igual para todos, grandes y chicos, y para los más pobres, llamados antes de
solemnidad, que cada día son más. La culpa de esta crisis, reminiscencias
católicas, digo lo de la culpa, la tenemos los ciudadanos, y como hemos pecado
mucho, pues penitencia al canto. Para los un poco privilegiados que tenemos una
nómina, cada mes más menguada, y que pagamos nuestros impuestos, el dia 16 de
cada mes ya estamos a últimos. Los acaudalados en crisis siguen engordando sus
cuentas corrientes en esos bancos y cajas, convertidas en la cueva de Alí Babá.
Para colmo de todos los
males, nos enteramos que la casta política tiene, como se dice vulgarmente, ‘
los riñones cubiertos’ y parece ser que con sobres incluidos que no se declaran
a la Hacienda Pública, ya saben, que Hacienda somos todos. Y un servidor
ingenuo y bien-pensante se pregunta todavía, ¿Con qué cara este señor Rajoy nos
va a exigir a golpe de decreto más sacrificios? Esa cara triste y compungida ya
no nos vale. La otra cara de hombre de antes y decente, ya no la creemos. Si le
queda un ápice de vergüenza, tendría que dimitir. Pero estamos entre una España que bosteza y
otra que nos hiere el corazón. La presunción de inocencia se la daremos, pero
no creo que se arregle este desaguisado con una conferencia de prensa sin
preguntas. Más monólogos, no, por favor, para eso nos vamos a misa de 12 y
luego a tomar el vinito.
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