sábado, 5 de enero de 2013

Queridos sabios de Oriente


No os llamo reyes porque Mateo, el único evangelista que os nombra, os llama sabios aunque lo han traducido mal por magos, pero ya sabemos por la historia que la magia y la Iglesia nunca se llevaron bien. Prefiero sabios porque es lo que más necesitamos ahora, en estos tiempos de políticos corruptos o ineptos, de banqueros usureros y desalmados, que apuestan por la economía, el dinero, por encima de las personas.
Nos siguen echando la culpa de esta crisis a los ciudadanos de a píe y por eso el castigo que está dejando a cientos de miles de familias en la calle y en la gélida pobreza. Reina la desesperanza y el desamparo total. No sabemos qué hacer porque no hay trabajo. Los niños son los primeros en sufrir esta tristeza, penuria impuesta a golpe de decreto nefasto, y no se les cae la cara de vergüenza. A todos estos, por favor, traedles carbón, pero amargo, no dulce.
La bondad y la sabiduría han ido siempre de la mano, por ello creo todavía en vosotros, y os pido para esta casta de políticos y banqueros una pizca de compasión, otra de decencia y un mínimo de humanidad, sin olvidar el carbón porque se han portado muy mal.
Recuerdo cuando era niño, que me trajisteis un coche de carreras rojo con el número 5 y a pedales, me hicisteis totalmente feliz. Han pasado muchos años, historias, alegrías y tristezas. Ese niño ya tiene la barba cana. Lo único que no ha perdido en este efímero camino es la fe. Sigue con sus sueños de justicia, fraternidad e igualdad entre y para los seres humanos sin distinción alguna. Pero hay un nuevo dios al que adorar, se llama dinero. Si no lo tienes, ni te curan de tus enfermedades, ni puedes acceder a la educación, y ya últimamente no tienes ni el amparo de los tribunales de justicia. No creáis que es una exageración, está ocurriendo.

Estaréis un poco sorprendidos por estas pérdidas que hemos sufrido en un año, y un más despistados porque os han quitado vuestra estrella. Tengo una curiosidad queridos sabios de Oriente, cuando estuvisteis en el pesebre, ¿Estaban la mula y el buey? Al final nos van a hacer creer que el niño Jesús nació en una sucursal del banco Santander con cajero incluido.
Bueno, ya me despido de vosotros pues tendréis muchas cartas que leer. Ah, se me olvidaba, os pido un poco de ilusión y ánimo para todos, fuerzas para seguir adelante, solidaridad y un poquito de compasión. Cuando lleguéis a Madrid, preguntad por un tal Mariano y un tal Alfredo que son los más necesitados de todo esto y se merecen toneladas de carbón, que no se te olvide. Baltasar.
Melchor, como todos los años te pido unos calcetines y un frasco de colonia. Gaspar, que todos los niños tengan al menos un juguete. Compraré el roscón por eso de la tradición, y seré el tonto del haba que lo pague, como todos los españoles pagamos este  cruel desatino que llaman crisis. .  Hoy iré a vuestra cabalgata y prometo acostarme temprano, aunque me gustaría tanto veros…